LA LEYENDA
DE KIRIKÚ EL PROTECTOR DE LA ROSAS.
Cuenta la leyenda que hace
millones de años en un rancho lejano de la sociedad en donde no contaban con
servicios de agua potable,teléfono,luz eléctrica,etc. Para conseguir el agua
tenían que ir al río que se encontraba como a tres kilómetros del rancho. Ahí
vivía un joven de trece años llamado Kirikú que estaba enamorado de una vecina
de doce años llamada Rosy, Kirikú era tímido y nunca le decía nada. Los padres
de Kirikú y Rosy los mandaban al agua casi siempre a la misma hora pero antes
de llegar al río tenían que cruzar por un hemoso campo lleno de flores con
colores tan brillantes como el sol y en medio de ese campo estaba un gran árbol
que media más de ciento cincuenta metros de altura con unos grandes frutos.
Kirikú tenía un vecino llamado
Kibo al cual le caía mal porque le gustaba Rosy pero ella prefería a Kirikú,
era tanta la envidia de Kibo que el mismo se golpió y le dijo a su hermano
mayor Lino de diecisiete años que Kirikú lo había golpiado con un palo.
Lino estaba muy furioso y esperó
que Kirikú fuera al agua y cuando vio que ya iva en camino al río para cargar
el agua en junta con Rosy éste se fue detrás de ellos sin que se dieran cuenta,
cuando llegaron al río, lino se escondió detrás de una gran piedra del temaño
de un elefante mientras Kirikú y Rosy llenaban sus jarrones de agua, cuando
terminaron de hacerlo, Lino se les presentó gritándoles muchas maldiciones y
los dos jovencitos comenzaron a correr por un camino en donde nunca nadie había
transitado, Lino al igual que los dos jóvenes comenzó a correr detrás de ellos
rápidamente, cuando de repente Rosy se cae y lino la toma y la comienza a golpear,
cuando Kirikú voltió a ver y notó que no iva ya Rosy junto a él, regresó y cual
fue su asombro al ver que Lino la estaba golpeando y fue a salvarla pero era
demaciado tarde porque Rosy estaba grávemente golpeada, al llegar Kirikú Lino
tomó un palo y le comenzó a pegar fuertemente hasta que vio que los dos
jovencitos inocentes ya estaban atrózmente golpeados y se habían desangrado se
fue y se dijo a sí mismo que nunca diría nada. En cuanto a Kirikú arrastrándose
por el suelo llegó a Rosy y le tocó la mano, espantado porque la sintió fría y
sin pulso, le comenzó hablar pero no le contestó y notó que ya había pasado a
una mejor vida y mirando al cielo con lágrimas en los ojos gritó con todas sus fuerzas, ¡TE AMO
ROSY! Y expiró.
Se terminaba el día y cada vez
se oscurecía más y más. Los padres de los jóvenes salieron a buscarlos en esa
noche que era como ninguna otra, llena de niebla con un terrible frío y vientos
a gran velocidad, pero todo había sido en vano porque no los allaron y así fue
todos los días por casi un año. Cuando los encontraron eran ya los puros restos
y cual era la sorpresa que se encontraron los padres de Kirikú y Rosy, en medio
de las dos manos de los jóvenes estaba una hermosísima y brillante rosa con unas
grandes espinas que la protejían de la maleza de su alrrededor.
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