EL TIBURÓN Y EL DELFÍN
En una parte del grande, claro y majestuoso mar, se
encontraba un torvo y rudo tiburón, de colmillos duros y afilados como los de
un leopardo, piel brillante y con pectorales fuertes, tanta era su grandeza que
con gran facilidad devoraba a su presa, ante los ojos de los demás peces, era
como ver el mismo diablo, en muchas ocasiones escuchaba las súplicas de los
cientos de peces antes de devorarlos, los cuales le decían: piensa el mal que
haces a mi familia y a mí, no me comas y te ayudaré a conseguir alimento para
todo un año. Pero a este le importaba, no estar bien con los demás, sino
satisfacer su gran apetito; con el tiempo se dio cuenta de la rutina que seguía
día tras día y le perdió el sentido. Desanimado y con la soledad como compañía,
nadaba sin rumbo alguno, hasta que detenidamente y desde cierta distancia observo
a un delfín, el cual estaba rodeado de amigos, el tiburón decide acercarse y
todos al verle excepto el delfín se esfumaron, dice el tiburón al delfín ¿por
qué aun tu presencia en este lugar y no te fuiste como los demás? A lo que el
delfín contesta: si quisieras atacarme como a una de tus presas, ya lo hubieras
hecho, lo que me pregunto es… ¿porque no lo hiciste? El tiburón contesto: solo
vengo a preguntarte ¿Cómo es que logras tener tantos amigos? Dice el delfín: es
fácil la comida que la gente me da, la comparto con ellos; Además aunque yo sé
que en algunos aspectos soy mejor que ellos, no me vanaglorio. Contesta el
tiburón: ¿me estás diciendo soberbio? Molesto y sintiéndose ofendido, el
tiburón devoro al delfín, el cual había sido el único que se atrevió a hablar
con él. Pasados muchos años, el tiburón envejeció ya no podía conseguir su
alimento y como nadie lo quería, no le ayudaban. Por lo tanto por hambre aquel
hermoso, temible y feroz tiburón murió.
MORALEJA: Se le puede ayudar a quien reconoce que tiene un problema.
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